El Yasuní ITT un proyecto de cambio climático o algo más


Desde hace algún tiempo he venido siguiendo el tema del Yasuní, un poco en silencio sobre todo porque no vivo en Ecuador y también con la prudencia del buen profesional ambiental que respeta el trabajo de los demás.  He discutido mucho sobre este tema con mis colegas o amigos; y muchas veces he tenido diferencias de opinión importantes.

Escuché el discurso del Presidente Correa cuando anunciaba que daba por terminado el proyecto. Me llamó mucho la atención que se eche la culpa a la comunidad internacional, a la oposición del gobierno y a tantas otras personas, porque el Proyecto del Yasuní ITT no había conseguido su objetivo.

Textualmente, el proyecto tenía como objetivo que “el Ecuador mantendría indefinidamente inexplotadas las reservas de 846 millones de barriles de petróleo en el campo ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), equivalentes al 20% de las reservas del país, localizadas en el Parque Nacional Yasuní en la Amazonía ecuatoriana, a cambio de que la comunidad internacional contribuya financieramente con al menos 3.600 millones de dólares, equivalentes al 50% de los recursos que percibiría el Estado en caso de optar por la explotación petrolera. Esta Iniciativa permitiría evitar la emisión de 407 millones de toneladas de CO2, el principal gas que provoca el cambio climático.”  Fuente: http://www.yasuni-itt.gob.ec/quees.aspx.

En resumen, este objetivo implicaba la recaudación de estos millones de dólares, a través de actividades de “buena voluntad” de la comunidad internacional causante del cambio climático.

Los proyectos exitosos de cambio climático, que implican en resumen, reducir o evitar la generación de emisiones de los gases de efecto invernadero, se caracterizan por ser muy específicos en cuatro cosas:
  1. Que las emisiones que van a ser reducidas o dejadas de emitir sean cuantificables bajo metodologías y estándares internacionales avaladas por la organismos internacionales expertos en cambio climático (i.e UNFCCC) y no se “estimen” al ojo o con cálculos aproximados. Existimos muchos profesionales trabajando en esto de forma ordenada.
  2. Que estas emisiones o reducciones de GEI sean medibles en el tiempo y verificables para poder así acceder a fondos o mercados que garanticen que inversiones realizadas en proyectos específicos puedan ser recuperadas.
  3. Que los proyectos contribuyan al desarrollo sostenible de las zonas en donde se ejecutan, esto quiere decir  que los proyectos se realicen bajo principios de sostenibilidad social, económica y ambiental
  4. Que los proyectos sean escalables e impliquen transferencia de tecnología. Esto decir que si un proyecto específico se desarrolla en un lugar X, luego alguien más del mundo pueda hacer un proyecto similar, mejorando el acceso a nuevas tecnologías y obtener los mismos resultados.
La comunidad internacional, representada por los gobiernos del mundo, la academia, las distintas industrias, los expertos en cambio climático, etc; han respondido y trabajan muchísimo en proyectos rentables y sostenibles.  Esto no es nada nuevo. Se destinan fondos, se invierte en tecnología, se hace investigación, se desarrollan planes de negocio e inversiones, se forma a profesionales, se trabaja en participación en mercados de carbono oficiales y voluntarios, etc. Todo esto ha permitido crear un ecosistema ordenado de proyectos de cambio climático a nivel global.

En 2007, Ecuador presentó en este ecosistema de expertos en cambio climático, su Proyecto ITT con un plan de marketing y comunicación muy fuerte.  Los objetivos del proyecto eran un poco ambiguos y a su vez ambiciosos, como son: la generación de CO2 proveniente del consumo del petróleo de una “futura” explotación petrolera, la afectación a comunidades indígenas no-contactadas, la conservación de la biodiversidad en el Yasuní, etc. En tal virtud, los expertos en cambio climático se enfrentaron a la evaluación de un Proyecto diferente. 

En mi opinión, desde un punto de vista técnico, el proyecto requería mayor especificidad en varios aspectos entro los que quiero destacar tres.

  1.  La calidad de las metodologías de cuantificación de emisiones de CO2 que supuestamente el Proyecto podía evitar (407 millones de toneladas), así como la trazabilidad de estas emisiones en el tiempo.  ¿Cómo se puede medir cuando CO2 iba dejarse de emitir con los millones de barriles que se iban a dejar de extraer? y ¿cómo saber cuando CO2 podría captar la cobertura vegetal del Yasuní? . Esto es demasiado difícil de calcular y demostrar.  Expertos trabajamos en metodologías de cuantificación de emisiones y es muy complicado hacerlo. Requiere años de trabajo, consenso, comprobación y sobre todo que sean reconocidas internacionales.
  2. Transferencia y uso de tecnología. Este Proyecto no identificaba ni establecía programas tecnológicos de ningún tipo, incluso en temas de conservación de la biodiversidad, energías renovables, planes de eficiencia energética, proyectos de sustitución de combustibles fósiles, educación o información. Entonces la pregunta es ¿Qué tenía de innovador el Yasuní?
  3. Beneficios económicos del proyecto.  El Proyecto requería explicar a detalle, como un inversionista (no un donador) podría obtener beneficios económicos de algún tipo por el dinero invertido o incluso brindar la oportunidad de participar en los mercados de carbono. El problema radicó en que las emisiones establecidas no eran cuantificables ni verificables en el tiempo. Entonces ¿Por qué deberían pagar 3600 millones de dólares a Ecuador por un Proyecto así?

Por esto,  invito en este post a reflexionar sobre la verdadera causa del fracaso del Proyecto Yasuní ITT. El proyecto requería cubrir de mejor manera los aspectos técnicos de un Proyecto serio y no pretender solucionar a través de él problemas diferentes a los de un proyecto de cambio climático.

Hago un llamado a mis amigos, colegas y a las personas que lean este blog a dejar un lado la política. Que por favor entiendan que el Proyecto Yasuní ITT no iba a solucionar el tema de la conservación de la biodiversidad en el Yasuní, ni tampoco  iba a evitar el desarrollo de actividades productivas en esta zona, incluida la explotación petrolera. Tampoco creamos que todo el Parque Nacional Yasuní es selva virgen intangible. Hay zonas afectadas desde hace años por la misma explotación petrolera, por la expansión de la frontera agrícola, por el crecimiento de pueblitos cercanos. La protección a la biodiversidad tiene que conseguirse con proyectos de investigación científica que definan con precisión las zonas de alta sensibilidad, con el establecimiento de políticas y normativas de conservación en zonas específicas, con políticas de concientización y uso racional de los recursos a nivel local y nacional, etc.

Sobre el tema de las comunidades indígenas no contactadas en la zona del Yasuní, creo que es indispensable reconocer su ubicación, definir los espacios geográficos en donde se encuentra y proteger y garantizar su cuidado. Aquellas poblaciones que no quieren ser contactadas, deben ser respetadas y  es necesario establecer mecanismos para que así sea. Por otro lado, comunidades que estén en extrema pobreza deben recibir ayuda así como cualquier otro ciudadano ecuatoriano. 

Respecto a la explotación petrolera, es importante saber que las actividades de esta industria ahora, no tienen nada que ver con la explotación de hace 20 años atrás. Este sector es el más regulado del mundo y diferencia de otros si destinan recursos para una correcta gestión ambiental. Sin embargo, las empresas encargadas de la explotación petrolera en esta zona deben cumplir la legislación ambiental y utilizar tecnología ambiental de punta. El Estado deberá garantizar esto y realizar auditorías ambientales frecuentes.  Debemos considerar también que uno de los mayores problemas de la explotación petrolera, no es la construcción vías o las hectáreas designadas para la actividad, sino la colonización posterior en zonas de influencia. Esto es algo que también hay que controlar.  

Finalmente, quiero ratificar que para desarrollar proyectos exitosos de cambio climático hay que dejar a un lado la política y trabajar en nuevas tecnologías, estándares, en proyectos sostenibles de energías renovables, eficiencia energética, gestión de residuos, transformación de procesos industriales, uso de tecnologías inteligentes, etc.  

No siempre una buena idea es un buen proyecto. 


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